Rubén Márquez
Editor - TriviaA estas alturas de la película hay pocos desafíos que le queden grande a una máquina. Hemos visto cómo los robots aprendían a conducir, cómo la inteligencia artificial hacía el trabajo de años en apenas unas horas, y gran parte de nuestro futuro laboral parece supeditado a lo que engranajes apoyados sobre unos y ceros puedan llegar a hacer. En una zona de Cerdeña, en cambio, hay una familia que no teme ese avance. Las máquinas no pueden hacer la pasta que les da de comer.
La receta de su pasta filindeu, traducido como los hilos de Dios en sardo, lleva más de 300 años saltando de madres a hijas en la misma familia y, a día de hoy, sólo tres de sus mujeres saben cómo hacerla. Conscientes de hasta qué punto la considerada como la pasta más rara del mundo está al borde de la extinción, en 2015 un equipo de ingenieros acudió hasta la casa de la familia con un objetivo: evitar que la receta desapareciera.
La pasta más rara del mundo 6b1w49
Cuenta la historia que, en algún punto del siglo XVII, un bandolero de la localidad de Nuoro le prometió a San Francisco de Asís que si quedaba libre de los injustos cargos que se le atribuían, construiría una pequeña iglesia en su honor. A las afueras de la capital de la isla de Cerdeña, desde entonces descansa en Lula un santuario al que los devotos acuden cada 1 de mayo y 4 de octubre tras recorrer 33 kilómetros con dos objetivos: escuchar la misa que da por cumplida su promesa al santo, y reponerse del trayecto con un cuenco de pasta filindeu.
Desde hace más de 300 años la familia Abraini se encarga de preparar ese plato para los peregrinos que, contándose ya por millares y acudiendo allí pensando más en la pasta que en el santo, degustan un humilde plato de caldo de oveja coronado por queso pecorino sardo y la extraña masa de pasta que simula una tela de encaje. Junto a los pocos restaurantes de Nuoro a los que la familia suministra su filindeu, es la única forma de probar este plato en peligro de extinción.
No parece que detrás de su elaboración deba haber una gran complejidad. El filindeu se apoya en unas reglas muy precisas que, con apenas tres ingredientes (sémola dura, agua y sal), dan forma a la pasta. Con un gesto repetido un total de ocho veces, la masa se estira y se dobla hasta multiplicarla en 256 hebras idénticas, finas como el cabello, que luego se tejen una sobre otra en un aro circular que se deja secando al sol.
El secreto del proceso, sin embargo, es algo que sólo las mujeres de la familia Abraini parecen conocer a la perfección. En la mezcla de agua y salmuera está, sin duda, una de las claves. Demasiada agua y perderá su elasticidad. Demasiada salmuera y perderá la humedad. Pero no es lo único a tener en cuenta en un trabajo en el que desde la velocidad al colocar una capa sobre otra, hasta un secado al sol que requiere una duración aproximada para evitar que termine enmohecida, gira alrededor de cómo el linaje de la familia entiende la masa con las manos.
La pasta que las máquinas no pueden replicar 1y1rm
A principios de 2014, poco antes de que el filindeu arrastre a cocineros de todo el mundo tras un reportaje de la BBC en el que hasta Jaime Oliver acudió a Nuoro para intentar replicar la pasta sin éxito, al otro lado del mundo una compañía italiana está presentando la antítesis de la manufactura del linaje Abraini. En el CES de Las Vegas se ha dado a conocer la primera impresora 3D de pasta que, apadrinada por Barilla, acaba de poner sobre la mesa que puedas comer una obra de arte mecánica con una pasta en forma de rosa.
Su revolución, capaz de crear intrincadas piezas de pasta con cartuchos de sémola, en un proceso capaz de saltar de una pieza cada 20 minutos a cuatro piezas en apenas 2 minutos, se marca como objetivo replicar esos hilos de Dios. Un equipo de ingenieros se desplaza hasta Nuoro con la intención de analizar y comprender cómo la familia Abraini realiza el filindeu. No hay detalle que cámaras de alta velocidad, termohigrómetros y demás sensores no puedan analizar.
"Vino un equipo de Barilla el año pasado y no lo consiguió", replicaba Paola Abraini tras listar a todas las celebridades del mundo de la alta cocina que se han acercado hasta allí para aprender de ella. "Mucha gente cree que tengo un secreto que no quiero desvelar, pero el secreto está aquí mismo. Está en mis manos". Su mayor miedo es que las cinco horas de trabajo diarias que requieren dar forma a los 50 kg de pasta que alimentarán a los peregrinos, finalmente se pierdan.
Con el objetivo de evitarlo, Paola permitió que se le filmara realizando la pasta y sus sobrinas crearon un taller en el que explicar detalladamente cómo se hace el filindeu. Lo único que piden a cambio es que se cuente su origen sagrado y no se altere la receta, pero aunque aún no hay nadie que haya conseguido emular a la perfección, tras años de entrenamiento empiezan a salir cocineros pudiendo afirmar que, como mínimo, están cerca de salvar a esta extraña pasta de la extinción.
Ver 0 comentarios