Si tienes menos de 30 años, el nombre de Mark Dacascos probablemente no te diga nada. Pero en aquella época ya lejana, la década final de los 90, era una de las grandes estrellas del cine de artes marciales y acción. Un actor de origen hawaiano, especialista en piruetas, de puños veloces y patadas letales, que protagonizó uno de sus mejores papeles interpretando a un guerrero Mohawk en una película de terror sa que fue un auténtico fenómeno europeo. Muy loco todo, ¿verdad? Esa película es El Pacto de los Lobos, un clásico que inspiró directamente a Hidetaka Miyazaki para crear Bloodborne y que, sin embargo, hoy casi nadie recuerda.
Un clásico europeo que rompió moldes
En 2001, Christophe Gans nos regaló una propuesta que rompía por completo con lo habitual en el cine europeo. El Pacto de los Lobos es una película que mezcla historia, terror, misterio y artes marciales en un cóctel explosivo. La historia gira en torno a la leyenda y hechos reales de la llamada Bestia de Gévaudan, una criatura que aterrorizó una región sa durante el siglo XVIII. Pero más allá de esa base histórica, la película se alza con una identidad visual y narrativa tan singular que hoy, al revisarla, resulta imposible no trazar un paralelismo con el universo gótico, oscuro y retorcido que Miyazaki imprime en sus juegos.
Si hablamos de atmósfera, la cinta destaca por su sello estético inconfundible y una sensación casi febril que atrapa desde el primer fotograma. Te sumerges en un sueño donde el horror se calza hasta las cejas un tricornio, la oscuridad es casi poética y lo macabro se funde con lo sublime en un baile de temas y referencias de todo tipo, desde Lovecraft a la Revolución sa.

La bestia de Gévaudan: una siniestra historia real con ecos mitológicos
La película se nutre de relatos verídicos y leyendas populares, lo que le añade una profundidad de lo más interesante. La bestia de Gévaudan fue un misterio real que aterró a la Francia rural entre 1764 y 1767. Una criatura que, según se decía, atacaba y devoraba personas, principalmente mujeres y niños, y que al parecer nunca fue capturada con certeza. Este hecho histórico, ya de por sí inquietante, sirve de base para una historia en la que lo real y lo mitológico se entrelazan de forma imprevisible. En la película, la leyenda se amplifica y se llena de simbolismo oscuro, en un relato que también se adentra en las conspiraciones y tensiones sociales de la época.
Personalmente me resulta cómo las raíces históricas y populares que sustentan la leyenda de la bestia de Gévaudan han calado profundamente en la cultura del cine de terror y fantasía. El fenómeno de la bestia ocurrió entre 1764 y 1767 en la región sa de Gévaudan donde una serie de ataques brutales, atribuidos a una criatura desconocida, descrita como un enorme lobo, sembró el terror entre la población rural. Más allá de un simple depredador natural, esta bestia se convirtió en un símbolo oscuro de lo desconocido y lo sobrenatural, al tiempo que puso en evidencia la fragilidad del orden social pre-revolucionario.

Lo que hace aún más intrigante esta historia es el contexto político y social en que se desarrolló. Apenas unas décadas más tarde, Francia atravesaría una de sus épocas más turbulentas: la Revolución sa y, posteriormente, el llamado Terror (1793-1794), un periodo marcado por el extremismo, la persecución política y la paranoia social. Durante este tiempo, las sociedades secretas y herméticas, como los masones, los rosacruces y otros grupos esotéricos, jugaron un papel ambiguo y controvertido en el juego de poder de Francia. Estos colectivos influyeron en la difusión de ideas revolucionarias, pero también fueron objeto de sospechas, conspiraciones y teorías que vinculaban lo político con lo oculto y lo sobrenatural.
Esta mezcla de realidad histórica, conspiraciones y misticismo sirvió como caldo de cultivo para numerosas leyendas y relatos que combinaban lo histórico con lo fantástico, especialmente en la cultura popular sa. La figura de la bestia de Gévaudan se impregnó de ese aura misteriosa, llegando a simbolizar la lucha entre lo racional y lo irracional, lo civilizado y lo salvaje. Es precisamente esta fricción de ideas la que explora la película a medias entre la historia de detectives y el cine de acción.

Mark Dacascos, un icono olvidado
Uno de los elementos más memorables de El Pacto de los Lobos es la presencia de Mark Dacascos, a quien vimos hace poco en John Wick 3: Parabellum, que interpreta a Mani, un guerrero Mohawk que se une a la investigación para dar caza a la bestia. Dacascos despliega una coreografía de combate impecable, con movimientos precisos y letales que combinan artes marciales tradicionales con un ritmo frenético y espectacular.
En una época en la que el cine de acción europeo no era especialmente conocido por su calidad en este apartado, la aportación de Dacascos fue una bocanada de aire fresco. El cine Fantástico europeo de la época tiraba más por cosas como La Ciudad de los Niños Perdidos o Vidocq, ya abriendo el Siglo XXI. El Pacto de los Lobos supo arrimarse a un enfoque el género más hollywoodiense, sin perder ese "chic" de lo francés. Sus escenas de lucha están coreografiadas con una elegancia brutal, y son uno de los atractivos más importantes para cualquier aficionado al género.

La inspiración reconocida de Miyazaki para crear Bloodborne
Hidetaka Miyazaki, creador de Bloodborne, reconoció en una entrevista para GameSpot Brasil que la estética y el ambiente de El Pacto de los Lobos fueron una de sus grandes fuentes de inspiración. Esto no es casualidad. En el diseño visual del juego, desde la arquitectura hasta la indumentaria y los monstruos, se pueden detectar ecos europeos claros en la atmósfera gótica y opresiva de la película. La mezcla de horror sobrenatural con una ambientación histórica oscura es un puente directo entre ambos mundos creativos.
Por ejemplo, la vestimenta y armas que aparecen en la película guardan semejanza con las que usan los personajes y enemigos de Bloodborne, lo que muestra la atención al detalle y la influencia directa en el diseño del universo de Yharnham.

La injusticia de su olvido
Me resulta profundamente injusto que una película tan talentosa, original e influyente como El Pacto de los Lobos haya sido relegada al olvido. En una era dominada por fórmulas previsibles y producciones orientadas exclusivamente al beneficio inmediato, este filme francés supo arriesgar con una mezcla audaz de géneros, historia y leyenda. Su narrativa envolvente y su puesta en escena gótica siguen siendo, incluso hoy, una rareza fascinante que demuestra cómo el cine europeo fue capaz de romper moldes y ofrecer propuestas genuinamente distintas.
Es una auténtica pena que su valentía y personalidad hayan sido enterradas en el rincón polvoriento de la memoria colectiva, especialmente cuando su huella es visible en obras actuales completamente vigentes. En un panorama saturado de contenidos prefabricados, El Pacto de los Lobos representa una joya oculta que merece ser redescubierta y valorada.
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