Son de sombra y llama, y su sola aparición hace temblar a los más valientes. Los balrogs son, sin duda, una de las criaturas más fascinantes y aterradoras del imaginario de El Señor de los Anillos es monumental. La escena del Puente de Khazad-dûm en La Comunidad del Anillo es uno de los momentos más memorables de toda la trilogía, en parte gracias a la aterradora presencia del Balrog de Moria. Pero esto plantea una pregunta inevitable para muchos fans: si estos seres eran tan poderosos, ¿por qué solo queda uno en el momento en el que se desarrolla El Señor de los Anillos?
¿Qué son los Balrogs?
Para comprender la magnitud de la amenaza que representa un Balrog, primero hay que entender qué son en realidad. Lejos de ser simples monstruos al servicio del mal, los Balrogs fueron originalmente Maiar, es decir, espíritus poderosos creados por Eru Ilúvatar, el dios supremo del legendarium de Tolkien. En esencia, los Maiar son similares a los Valar (los grandes dioses de Arda), aunque de menor rango. Entre ellos también se encuentran figuras como Gandalf o Saruman, lo que ya da una idea del nivel de poder que manejan estas criaturas.
En su origen, los Balrogs no eran malignos. Sin embargo, fueron seducidos y corrompidos por Melkor, también conocido como Morgoth, el primer y más poderoso Señor Oscuro. Una vez a su servicio, se convirtieron en instrumentos de destrucción, en verdaderos demonios cuyo propósito era sembrar el miedo y el caos en la Tierra Medique se convirtieron en leyendas vivas de la Primera Edad.
Y sí, hablo de balrogs en plural, porque había varios. Tolkien no ofrece una cifra concreta sobre cuántos Balrogs existieron. Algunos textos sugieren que pudo haber entre siete hasta una decena, tal vez más, aunque con el tiempo el propio autor redujo su número, tal vez para preservar la sensación de amenaza que emana de ellos como criaturas poderosas pero singulares. En cualquier caso, no era necesario un ejército de cientos de Balrogs: cada uno era un cataclismo andante.

Una especie en extinción
Los Balrogs tuvieron su apogeo durante la Primera Edad, cuando la sombra de Morgoth se cernía sobre el mundo. Participaron en las grandes guerras contra los elfos y los hombres, y jugaron un papel clave en momentos cumbre de la historia antigua, como la caída de Gondolin. Sin embargo, su número fue disminuyendo drásticamente con el paso de las eras.
La gran purga se produjo con la derrota definitiva de Morgoth al final de la Primera Edad, durante la Guerra de la Cólera. Esta guerra, librada por los ejércitos de los Valar junto a los elfos de Valinor y otras fuerzas del bien, supuso la caída del primer gran mal del mundo. Con él se extinguió la mayoría de sus criaturas más peligrosas: dragones, trolls, y, por supuesto, Balrogs.
Algunos fueron destruidos directamente durante las batallas, mientras que otros se ocultaron en las profundidades de la Tierra, alejados de la luz y del recuerdo de los pueblos libres. Fue una extinción más simbólica que física: aunque no todos murieron, todos desaparecieron de la historia conocida. El mundo de Arda pasó página, pero la amenaza nunca se eliminó del todo, jugando una vez más con ese tema que tanto gustaba a Tolkien de que el mal nunca descansa porque es intrínseco a la vida. En la Tercera Edad, solo uno de estos demonios seguía activo: el Balrog de Moria, conocido como el Azote de Durin.

El último balrog y la Batalla en Moria
La historia de ese último Balrog es bien conocida por todos. Durante siglos, los enanos de Moria excavaron cada vez más profundo, en busca del mithril, el metal más precioso de la Tierra Media. Pero su ambición los llevó a despertar algo que debía permanecer dormido: un Balrog. Este ser, que probablemente se refugió en las entrañas de las Montañas Nubladas tras la caída de Morgoth, acabó con la vida del rey enano Durin VI (como se ve en la serie de Los Anillos de Poder) y más tarde de su hijo, Earnil. La capital ancestral de los enanos fue abandonada, maldita y renombrada como Khazad-dûm, la ciudad del Azote de Durin. Y así permaneció durante siglos, como una ruina silenciosa habitada por el miedo. Hasta que llegó la Compañía del Anillo.
En la Tercera Edad, solo uno de estos demonios seguía activo: el Balrog de Moria, conocido como el Azote de Durin
El enfrentamiento entre Gandalf y el Balrog en el Puente de Khazad-dûm es uno de los puntos álgidos de La Comunidad del Anillo. No solo porque muestra el sacrificio del mago gris para salvar a sus compañeros, sino porque enfrenta cara a cara a dos Maiar: uno que eligió el camino del bien, y otro que cayó en la oscuridad. La lucha trasciende lo físico; es una colisión de voluntades arcanas, una reminiscencia de antiguas guerras y antiguos pecados. La batalla termina con la caída de ambos al abismo, y se prolonga durante días a través de túneles, cavernas y hasta las cimas nevadas del Zirakzigil. Allí, Gandalf logra finalmente destruir al Balrog, pero el precio es alto: su cuerpo muere y su espíritu debe viajar más allá de la vida antes de ser devuelto como Gandalf el Blanco. Con esta victoria, se pone fin no solo al peligro inmediato en Moria, sino a la amenaza de los Balrogs en toda la Tierra Media.

El Último eco de una era de oscuridad
Tolkien, en su narrativa, solía reservar a sus criaturas más temibles para momentos clave. Los Balrogs eran exactamente eso: un recurso narrativo de poder casi absoluto, que no podía usarse a la ligera. Por eso, con el paso de las edades, su presencia se fue diluyendo, hasta quedar reducida a un mito tembloroso y oscuro en la Tercera Edad. El último de ellos, Azote de Durin, representa ese último eco del terror arcaico, esa última sombra que aún podía surgir desde las profundidades del viejo mundo para amenazar la nueva Edad del Hombre.
La decisión de Tolkien de dejar solo un Balrog en la Tercera Edad no fue arbitraria. Fue coherente con su visión del declive del mundo. En su mitología, el tiempo no avanza hacia la luz, sino hacia el agotamiento. Las razas se debilitan, los poderes menguan y los milagros se hacen escasos. El mundo se despoja poco a poco de la magia. Por eso, cuando ese último Balrog cae, se cierra un ciclo.
En 3DJuegos | El primer dragón de El Señor de los Anillos era tan poderoso que lideró su propio ejército de orcos y balrogs
En 3DJuegos | Los últimos escritos de J. R. R. Tolkien habrían cambiado drásticamente el canon de un personaje de El Señor de los Anillos
Ver 3 comentarios